Articulo de opinión
No obstante, los resultados se ven, y es el camino para salir de pobres.
Pagar la matrícula de educación superior es una tarea que cada seis meses cumplen miles de estudiantes y padres de familia en Colombia.
Para la gran mayoría, el pago de una carrera técnica, tecnológica o universitaria representa un peso muy grande para su bolsillo, al punto de que muchos no tienen opción distinta que acudir a préstamos o, simplemente, dejar a sus hijos con el simple grado de bachilleres.
Los padres de Andrés Rincón, un estudiante de estrato tres de una universidad privada de Bogotá, pagaron en días pasados 3'600.000 pesos por la matrícula de un semestre en la carrera de Administración de Empresas. Esta es una tarifa promedio para un programa de pregrado en una universidad privada en Colombia, aunque hay otros de ocho, 10 o casi 16 millones de pesos por semestre, dependiendo de la carrera y, por supuesto, de la institución universitaria.
Cuando de educación superior se trata, además de la universidad, también se tienen en cuenta los programas de técnicos profesionales, los tecnológicos y, aún más allá, las especializaciones, las maestrías y los doctorados.
Para el nivel técnico profesional, un semestre académico cuesta, en promedio, 1'300.000 pesos. En el caso de los niveles tecnológicos el promedio de matrícula para un 'primíparo' es de 1'700.000 pesos, en tanto que para una especialización ronda los cuatro millones; una maestría, los ocho millones, y un doctorado supera los 10 millones de pesos por semestre, claro, siempre con tarifas promedio. Eso sin contar con el infaltable curso de inglés que puede superar los cuatro millones de pesos en un instituto especializado.
A Juliana Gutiérrez, su presupuesto solo le da para inscribirse en lo que ella misma considera, con mucho optimismo, una 'universidad poco conocida', o a la que otros llaman, con más realismo, una institución de 'garaje'. No se sabe cuántas de estas funcionan en el país pero muchas de ellas solo abren sus puertas por ser un verdadero negocio para sus dueños.
Bernardo Rivera, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), reconoce que tener acceso a educación de alta calidad en el país es muy costoso para el promedio de los ingresos de los hogares. Señala que en la estructura de costos de las universidades, el mayor peso está en el cuerpo de docentes y, de la calidad de ellos, depende en gran medida el costo de la matrícula.
Dice que, por ejemplo, en una universidad en la que los docentes solo tienen pregrado, su salario ronda los dos millones de pesos al mes, pero en universidades de alto perfil con profesores con doctorado, estos devengan siete millones de pesos o más. "Esto se traslada directamente a la matrícula", dice Rivera.
Hugo López, gerente del Banco de la República en Medellín, dice que la importancia de la educación como uno de los caminos para salir de la pobreza es tanta que el 80 por ciento del empleo formal generado en los últimos años en el país ha sido para personas con educación superior.
Además señala que en materia de retorno de rentabilidad, por cada año estudiado en educación superior, una persona se gana 18 por ciento más frente a alguien que solo alcanzó su grado de bachiller.
Hay pocas oportunidades
La odisea de obtener cupo en la universidad pública
Cifras oficiales dicen que en Colombia, la cobertura de la educación superior es del 37%, pero algunos expertos dicen que es solo del 24%. Se estima que hay 1,7 millones de estudiantes en programas técnicos, tecnológicos o universitarios, pero 3,2 millones están fuera del sistema. Solo el 35% de los bachilleres graduados llegan a la universidad y, de estos, solo la mitad termina carrera.
Para que un estudiante de estrato bajo ingrese a la universidad pública es un reto inmenso por la poca disponibilidad de cupos y la competencia que hay con los alumnos egresados de colegios privados de alta calidad.
Así, muchos estudiantes de estratos altos son quienes llegan a las universidades públicas, beneficiándose de los subsidios del Estado.
Los costos asociados e infaltables
Entrar a la universidad no solo representa pagar la matrícula; a eso hay que sumarle costos asociados de varios frentes que deben tenerse presentes.
Carlos Alberto Garzón, coordinador del Foro Permanente de Educación Superior -organización que agrupa a instituciones académicas, de investigación y varias asociaciones del sector- dice que esos costos pueden representar alrededor del 40 por ciento de la matrícula, en promedio. Todo depende de la carrera elegida, teniendo en cuenta que, en algunas de ellas como las ingenierías y las de la salud, se requieren equipos o instrumentos especializados, cuyo costo suele ser elevado, así sean usados.
"En el colegio se paga, por lo general en un solo paquete, pensión, transporte y hasta la alimentación. Además, el estudiante tiene, en promedio, dos uniformes, y el gasto de textos y útiles escolares -aunque elevado- se hace una sola vez al año. En cambio, en la universidad, además de la matrícula semestral, hay que pensar en las otras variables que son recurrentes y hasta imprevistas", señala.
Tampoco puede faltar lo que podría llamarse la 'vida social del estudiante', en la que la rumba y una que otra 'cervecita', no pueden faltar.
Los otros gastos
Llegar a la educación superior implica tener en cuenta otros costos como los formularios de inscripción, derecho al carné, seguro médico, etc.
Con el paso de los semestres puede haber actividades curriculares que también cuestan.
FERNANDO GONZÁLEZ P.
Subeditor de Economía y Negocios
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